Pozos Termales
Por si casi no hacía calor, camino del Triángulo de Oro paramos en unos pozos termales donde la temperatura era de escándalo. El vapor de agua salía de los agujeritos del suelo e impregnaba toda la plaza de una extraña niebla. Eso sí, si te caías podías morirte cocido o de puro asco, porque limpios, lo que se dice limpios no estaban.
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