Esperando la hora de los toros
Es mucho más agradable la espera con una bolsa de gusanitos, ¡dónde va a parar!
Así lo vimos, así os lo enseñamos.
Es mucho más agradable la espera con una bolsa de gusanitos, ¡dónde va a parar!
No sé si esta tortuga marina es del mismo tipo que esta otra. Y la foto me quedó un poco oscura, pero me gusta porque parece sacada en el fondo del mar.
El jueves por la noche tuve que ir a currar un ratito al hipódromo, pero luego me dejaron quedarme a afotar las carreras. Como suele ocurrir cuando uno va a un sitio nuevo, anduve más perdido que Rajoy en un debate (perdón). Las condiciones de luz no eran muy buenas y hay que afinar un montón porque en cada carrera los caballos sólo te pasan cerca un par de veces. No terminé muy contento con las estampas, no. Volveré.
De todo lo que se puede ver en un elefante (y son muchas cosas, aunque sólo sea por el tamaño), lo que siempre me llamó más la atención fue su piel: tan dura y áspera que impone tocarla, pero tan sensible que ha de estar cubierta de barro y de polvo para que el pobre animal no se queme. Éste, en concreto, es un elefante asiático.
Pese a seguir sin ordenador (a ver para cuándo me lo devuelven arreglado) me las apañé para dejaros esta fotillo en el blog. El bichito en cuestión es un abeja (aunque ya no sé la raza de la bicha) y la flor esa tan bonita y tan original es... una cebolla. Para que luego digan que las cebollas hacen llorar. Eso es porque no sabéis mirarla bien.
Así se termina un par de banderillas cuando el toro aprieta. Por fortuna, apretó lo justo para que la foto fuera esta y no otra más desagradable.